El proceso de terapia es complejo, reconocer aspectos que no querías ver porque alguna vez te hicieron daño. Es un acto que requiere valentía y coraje. Tenemos que estar dispuestos a que una parte de nosotros muera para dejar espacio y que así broten nuevas semillas de vida y sanación, sin duda es una transformación, donde el dolor se revive pero también se resignifica positivamente. Confiemos en nuestros recursos y en cómo el amor puede ayudarnos a sacar lo más hermoso y genuino del ser.

Nadie se cuestiona cuando tenemos rota una cañería de la casa, llamar al gasfiter. Nadie se cuestiona cuando estamos resfriados de acudir al médico. Sentirnos sobrepasados frente una situación o sentimiento es humano, buscar ayuda y orientación es un acto de amor. Quien mejor que tú, sabe de tu historia y verdad, el terapeuta sólo es un medio que te ayudará a crear un espacio suficientemente bueno, sin juicios y objetividad para enfrentar tus miedos e inseguridades.

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